El desarrollo paulatino de una virtud es un trabajo individual, trabaja como una hormiga con la mentalidad de un gigante, visualizando el éxito. Cada vez dando pasos más grandes, como un niño cuando está aprendiendo a caminar, pero llega un día en que ya camina solo, sin ayuda.
Es vital no caer en el error de desistir a la primera, porque no obtuviste el resultado que esperabas. La virtud es un árbol que da exquisitos frutos, pero tú quieres su dulce sabor en dos días, sin aprender su proceso, sin sudar la gota gorda.
No quieres asumir el error, tienes miedo a caerte y que se rían de ti, te falta valor para levantarte y volverlo a intentar. Me equivoco constantemente y qué, no puedes apreciar todas las virtudes que te ofrezco. Solo te lamentas por todo, como un niño chico queriendo llamar la atención. Solo te enfadas contigo mismo, ves tu reflejo en el agua sucia, de un charco en una ciudad solitaria, contaminada, derruida por la maldad del humano. La estupidez no tiene límites, por suerte mi capacidad para ignorar al Leviatán es exacta. Es un universo de infinitas posibilidades, en las que construyo estas obras que lees con atención.
Los intentos de destruirme, sucumben como los pilares morales llenos de prejuicios y etiquetas, ¡no me señales con el dedo!, con el mismo que apretaste el botón que activó tu programación automática, en versión beta. Sin aceptación en ninguna comunidad con un mínimo de sentido común, los haters caen por su propio peso. Los humanos creadores de bien no tenemos barreras. Y también te lo digo a ti, que estás por la senda de los que siguen su propia senda.